MARZO TEATRAL

Por Rubén Rodríguez

Las palmas fueron, sin dudas, para Electra Garrigó, en montaje de Raúl Martín con Teatro de La Luna. La primera pieza teatral de Virgilio Piñera, estrenada en 1948, recicla la Orestíada griega y convierte sarcásticamente en cubanos a los personajes trágicos, hasta envenenar a Clitemnestra Plá con una frutabomba de diez libras. Porque el fatalismo ontológico es común para cubanos y helenos, pero diferente en su manifestación.

Martín, segundo reciclante, capta el sentido lúdicro de la obra y lo reafirma en su puesta ecléctica de géneros, donde caben por igual la parodia, la sátira y la danza. Electra... deviene una gran coreografía donde nada es gratuito y el texto filosófico, paródico de la retórica clásica con tintes absurdos, es aligerado con música, humor y baile bien integrados a la obra. Pozos de existencialismo verbal, el logos catártico del gran pesimista Piñera, se remantizan convertidos en rumba, guaguancó, punto guajiro, music hall o canción pop, al estilo del OTI socorrido, del que se burlan a su sabor. La música incidental y las versiones de Aymée Nuviola están en función del tempo, y el impecable diseño de luces favorece la atmósfera, plena de espectacularidad sin concesiones.

El elenco logra la caracterización "posmo" de los personajes con el uso pleno de sus dotes histriónicas y vocales, y el empleo inteligente de la psicología del color. Las actuaciones están en la cuerda de la excelencia, con pulcros desplazamientos escénicos de grupos y actores. Gilda Bello saca partido a la ambigüedad de su andrógino Pedagogo, el profesionalismo de Mario Guerra hace del Egisto más que un rol menor y Roberto Gacio lleva con probado oficio su farsesco Agamenón. De la mano de la ductibilidad de Dexter Pérez (Orestes), el carisma de Grettel Trujillo (Electra) y la versatilidad de Amarilys Núñez, que trasciende sus personajes de telenovela para ofrecer una Clitemnestra antológica, llena de matices, con impresionantes transiciones dramáticas.

Teatro de La Luna evita la recurrencia de reconocidos montaje anteriores y sale airoso. Su Electra Garrigó es dinámica, intensa, divertida, con el espíritu de los tiempos que corren; reafirma a Virgilio como adelantado y a Raúl Martín como director de valía.

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