OBRAS

Santa Cecilia
Una anciana, personaje, espíritu, ciudad, que es habitada por los personajes de la singular historia que nos cuenta: la de su vida. Oportunidad excepcional para mostrarnos con drama, humor, poesía, gesto, palabra, danza y canción; algo de nuestra Habana.
Créditos
  • Autor: Abilio Estévez
  • Director: Raúl Martín
  • Diseños de vestuario y escenografía: Raúl Martín
  • Asistencia de Dirección: Reinaldo Trujillo 

Abel González Melo
www.cniae.cult.cu, 20 de mayo de 2005.


Santa Cecilia es, según Teatro de La Luna, la puesta en pantalla de una nostalgia cínica y arriesgada, nada contemplativa, profundamente hiriente y dolorosa en la piel de su protagonista. Raúl Martín no dice que todo se ha perdido para siempre, sí, tal vez, que la muerte es ir de espejismo en espejismo.
Uno de los trajes, que sirve de hamaca y sillón, está forrado con redes. Dentro de él, hacia el final del espectáculo, Santa Cecilia se consume, como un chamán que narra profecías sin remedio...

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Javier Ibacache V.
Diario La segunda (Santiago, Chile), 4 de de febrero de 2005.


La versión que dirige Raúl Martín entrega el protagónico al joven intérprete Bruno Torres, quien despliega un alto registro de caracterizaciones y una marcada potencia actoral. gracias a ello el juego de androginia gana riqueza y vuelo creativo, ya que le bastan tres máscaras y una bata blanca para personificar las voces que rondan el texto.
La dirección matiza la poesía de la pieza con canciones del repertorio popular e introduce pasajes musicales que acercan la producción al teatro-bar, involucrando a los espectadores, quienes pasan a hacer las veces de espectros y compañeros de suerte de Santa Cecilia.

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Cecilia: Amarilys Nuñez
Arreglo al piano: Hernán López-Nusa
Asesoría Vocal: Rachel Pastor
Cartel: Reinier Quer (Academia de San Alejandro)
Telón: Yunaika Martín, Omar Goicochea, Yossiel Barroso. (Academia de San Alejandro)
Máscaras: Ricardo "Nápoles" (Academia de San Alejandro)
Gráficas esculturadas: Samuel Riera (Academia de San Alejandro)
Confección del vestuario: Talleres TECNOESCENA
Producción: Manuel Quintans
Diseño de vestuario, luces, banda sonora, dirección y puesta en escena: Raúl Martín
Asistente de dirección: Reinaldo Trujillo

Agradecimientos: Sandra Fuentes, Keryma Briceño, Julián González, Jorge Rodríguez Donoso, Verónica Bercovich, Luis Alberto Simian, Guillermo Riverol, Ximena Ramírez, Gisela González, Manolo Micler, Rosa del Sol, Alexander Varona, Guido Gali, Abel Berenguer, Ernesto Fundora, Radio Progreso y Conjunto Folklórico Nacional.
Ha sido interpretada por: Bruno Torres y Amarilys Núñez

Sumersión eterna en los profundos azules

El espectáculo Santa Cecilia, dirigido por Raúl Martín y su grupo Teatro de La Luna, es una constancia de la empática necesidad de continuar en diálogo abierto con nuestro dramaturgo y novelista Abilio Estévez, quien en el año 1994, después de recibir el premio Tirso de Molina por su obra La noche, escribe El enano en la botella para ser dirigida por Raúl Martín. Esta "vio la luz" 7 años después en el Primer Festival del Monólogo de Miami. La puesta fue merecedora de varios premios allí y luego en Cuba, además de ser ovacionada en disímiles escenarios del mundo.

Una vez más, ahora al azar, autor y director entrelazan casi las mismas esencias de la paradoja y las lecturas sumergidas en el texto y la representación.

El unipersonal Santa Cecilia es una pieza pictórica que se adentra en la descripción breve de una larga historia; protagonizada no sólo por un personaje, sino por un actante lleno de simbolismo y abstracción. En él va el espíritu de la nostalgia, la ternura, la tristeza, una particular melancolía por lo que fue, que nos hace escapar el suspiro tropical y fogoso de nuestro meridiano.

Santa Cecilia nos relata sus diferentes tiempos, sus diversos aires y tonos, desde el verde azulado de la inocencia, hasta el más intenso y oscuro de los azules de un final maldito, predestinado e inexplicable.

En su polisemia evoca la terrible historia de una anciana encarcelada en el fondo del mar, un cadáver que deambula sin luz y nos envuelve en la retrospectiva de su vida. Aquí subyacen estampas del pasado siglo por donde desfilan personajes de Villaverde y paisajes de Chartrand; nos llega el olor a piña, a puta y a galán de noche. Se entremezcla todo en aquella Mi Siempre Habana.

Y como somos el Ajiaco, está presente en esta inmersión la Oricha mayor de la regla de Ocha: Yemayá y sus caminos, madre de la vida. Representa el mar, es amiga de la buena compañía y del lucimiento, virtuosa y alegre. Ríe y baila, suave, como las olas del mar. Ella, como la Cecilia joven, se mueve cadenciosa.

En otro de sus caminos es Olokun, la Yemayá más vieja; deidad poderosa, misteriosa, andrógena, indefinida y rebelde. Según cuenta el Pattaki, Obatalá, el rey de las cabezas, la castiga manteniéndola atada con 7 cadenas en el fondo del mar, para siempre. Su color es el blanco y ese azul marino oscuro, como oscuro es el destino de la anciana.

Santa Cecilia, enclaustrada y solitaria, rodeada de algas y especies marinas, sólo ve pasar los cuerpos ahogados de sus hijos que huyen y, en ese valiente vagar que la extingue, sigue esperando y esperando en esa sumersión eterna en los profundos azules.

Este discurso espectacular; donde la canción, el gesto, la palabra y la danza son el pretexto para recordar; podría ser también el homenaje a aquellos que todavía sueñan.

Bárbara Domínguez Corrales.
Enero de 2005. La Habana.

Espacio escénico mínimo:
Sala de teatro con 6 metros de ancho por 6 de profundidad.

Luces: Las existentes en una sala de teatro común.
Sonido: Reproductora de CD.
Peso de la carga: 25 Kgs.
Tipo de Público: Adultos
Tiempo de montaje: 3 horas
Duración de la obra: 55 minutos.

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