Osvaldo Cano
Diario Juventud Rebelde, 25 de diciembre de 2001.
"Para trasladar a escena una pieza como ésta, (...) Martín echó mano a las canciones, los movimientos coreográficos, la gestualidad premeditada, unas máscaras poco utilizadas y un excelente diseño de luches (...) el director consiguió, una vez más, un espectáculo en el que palpitan la emoción y la sinceridad...
El diseño de vestuario de Diamel Pérez tiene la virtud de escindir a los dos grupos de criaturas que pueblan la escena. A un lado, con tonos más vivos en sus atuendos, los personajes de "la realidad"; al otro, con vestuarios mucho más severos tanto en el corte como en el color, los seres de la ficción. A esto se sumó- como ya había apuntado- el diseño de luces de Tony Arocha, capaz de simular locaciones, crear atmósferas y mostrar la recurrente frontera realidad-ficción(...)
Contando en el elenco con intérpretes de primera línea y teniendo a su favor su intuición y talento, consigue un espectáculo en el cual el protagonismo recae sobre sus actores. Montaje en el que la sencillez y la precisión resultan elementos a su favor..."
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Amado del Pino
Diario Granma, 14 de agosto de 2002.
Este montaje de "Teatro de La Luna" resulta menos coreográfico y espectacular que otras puestas donde se proclama la formación, influida por la danza, de su Director.
Aplaudo que Raúl se pruebe también en la sobriedad y que demuestre profesionalidad siguiendo de cerca la letra del autor. (...) En los momentos en que se pasa del plano de los errantes y dolientes seis personajes al mundo de la compañía que ensaya, se crea una imagen preciosa y exacta que recuerda el estilo por el que se reconoce a "Teatro de La Luna".
El ámbito escenográfico -firmado por Diamel Pérez- sigue con buen gusto y sin grandes pretensiones, el discurso autoral, mientras el diseño de vestuario establece con nitidez el contrapunto entre personajes y actores (...)
Saludo este Pirandello -fresco, con sabor a de hoy mismo, como todo clásico verdadero- devolviendo su agudeza en el espejo de Teatro de la Luna.
El padre: Mario Guerra
La madre: Nieves Riovalle (Compañia Hubert de Blanck)
La hijastra y Madame Paz: Amarilys Núñez
El hijo: Ariel Díaz
La niña: Simone Demola
El niño: Rubén Araujo
Director de la Compañía: Roberto Gacio
Asistente del Director: Teherán Aguilar
Primera actriz: Gilda Bello
Primer actor: Marcial Reyes
Segunda actriz: Juliet Cruz y Odette Cruz
Galán joven: Carlos E. Almirante
Dama joven: Lucila Juan
Diseño de escenografía y vesuario: Diamel Pérez
Selección Musical y diseño de banda sonora: Adrián Torres y Raúl Martín
Grabación, mezcla y edición: Adrián Torres
Asesora Vocal: María Eugenia Barrios
Arreglos e interpretación: Darío Covas y Alina Téllez
Diseño y confección de máscaras: Rafael Miranda San Juan
Producción General: Manuel Quintans
Confección de vestuario y escenografía: Talleres de TECNOESCENA
Diseño de luces: Tony Arocha
Equipo Técnico: Teatro Nacional de Cuba
Profesora de danza: Luisa Santiesteban
Puesta en escena y Dirección General: Raúl Martín
Agradecimientos: Embajada de Italia, Giampietro Schibotto, Mayelín Chávez, Nisia Agüero, Julián González, Gisela González, Angela Báez, Equipo Técnico del Teatro Nacional de Cuba, Sociedad Dante Alighieri de La Habana, Orietta Medina, Guido Gali, Déxter Cápiro y Pavel Marrero.
Piandello llega a la luna.
"La vida es una burla muy triste, pues hay en nosotros... la necesidad de engañarnos continuamente con la espontánea creación de una realidad (una para cada uno, la misma para todos)".
Una vez más sube a las tablas del teatro cubano el grupo Teatro de La Luna, con la obra "Seis personajes en busca de un autor" de Luigi Pirandello. El encargo a tan corto plazo, constituyó todo un reto para los habitantes de este pequeño planeta teatral; comenzadas las primeras impresiones del texto, irrumpió el sortilegio. El director y su colectivo fueron subyugados por el espíritu del autor y a pesar de la premura, el encargo se torna feliz.
Pirandello (1867-1936) está considerado el más original y gran representante del teatro contemporáneo italiano de la post-guerra. Su vanguardismo asumió una modalidad constructiva, abriendo su dramaturgia posibilidades inauditas al teatro, enriqueciéndolo con una pluralidad de contenidos, desarrollando nuevas dimensiones para los personajes y proponiendo múltiples significados escénicos para una misma realidad narrada. Su producción dramática fue muy amplia, pero indiscutiblemente Seis personajes... fue la más famosa de sus piezas. En ella se utiliza el llamado "teatro dentro del Teatro" donde "la comedia no escrita todavía" es la caracterización que hace la obra para señalar su oposición a la forma convencional y concederle los atributos de la vida y la realidad.
En el prefacio del texto su autor señala: "Un artista viviendo acoge de sí tanto gérmenes de la vida que jamás puede decir cómo y por qué, en un momento dado, uno de esos gérmenes vitales se le inserta en la fantasía para convertirse en una criatura viva, en un plano de vida superior a la voluble existencia de la vida cotidiana". Así nacieron los seis personajes que lucharon largamente con su autor que se negaba a realizarlos con su drama, su función vital, hasta convertirse en personajes capaces de moverse y hablar por sí solos. Finalmente Pirandello los lleva adonde van los personajes dramáticos, al escenario, y acoge de ellos sólo la existencia, rechazando la razón de existir. Esta obra polisémica nos sumerge en la "filosofía de la vida" pirandelliana, que hace intuir la posibilidad de que nuestro espíritu supere las ficciones habituales y acceda a un realidad que vive más allá de la vida humana, fuera de las formas de la razón. Desde el punto de vista estético además nos fundamenta, que la vida no tienen valor en el arte, sino cuando se hace sentimiento y así lo muestra Raúl Martín con la verosimilitud de sus actores. Este drama inconcluso, desordenado cronológicamente, frustrado e interrupto de modo caótico, incluso negado por uno de los personajes, no es más que la consecuencia de un drama totalmente rechazado, pero concebido intencionalmente por el autor y afirmado por la concepción de esta puesta en escena.
En este espectáculo que hoy nos ofrece Teatro de La Luna, sin perder sustancialmente las esencias estilísticas que lo caracterizan, Raúl Martín dialoga empáticamente con Pirandello, como lo hizo antes, tantas veces, con nuestro Virgilio Piñera en "Los siervos", "Electra Garrigó", "La boda", y "El Album", entre otros... en esta ocasión abraza la multiplicidad universal pirandelliana y la necesidad vital de entendimiento, de la que todavía hoy carece el mundo.
¿Es ficción o realidad? ¡No señores! Es REALIDAD.
Bárbara Domínguez.
Noviembre de 2001. La Habana.
Espacio escénico mínimo:
Sala de teatro con 10 metros de ancho por 8 de profundidad. Nivel al centro medio de 6 metros de ancho por 3 de profundidad y 1 metro de altura.
Escaleras de acceso a lo largo de todo el frente. Escaleras para actores al fondo. Fila de 9 a 11 lunetas debajo del proscenio.
Luces: Las existentes en una sala de teatro común.
Sonido: Casetera o grabadora de cinta o CD.
Peso de la carga: 90 Kgs.
Tipo de Público: Adultos
Tiempo de montaje: 4 horas
Duración de la obra: 1 hora 25 minutos.